viernes, 22 de abril de 2016



Las grandes conexiones,
la nada.

Prometo que he huído
cuando la tibia luz,
sobre mi
deshacía las articulaciones
aferradas
a gatos persas
enterrados dentro del golfo.


Prometo que soy un mentiroso
que anda sobre el estanque
buscando peces
pese a comer solo yerba,
caducada.

Prometo que no creo en ti,
ni en mi,
ni en nadie,
que no sé resolver tus dudas
ni las mías,
ni las de nadie
porque estoy en el limbo,
entre el cielo y la tierra
buscando el argumento definitivo.

Conforme más conexiones pierdo
más me uno a Dios
y a sus juramentos.
Las personas se van
y yo me quedo en el divino yermo
donde una hogaza de pan es veneno.

Ya lo tengo claro,
Dios vino a salvarme
a entregarme a las serpientes
y sacarme del círculo.
Por eso rezo
a una figura antropomórfica
y sus desarticulaciones,
soy débil,
lo siento.

Ven,
sé que me escuchas,
en los cielos
donde solo hay ratas.
Ven,
te regalo mis vísceras
mi último "te quiero"
y el primero.

martes, 12 de abril de 2016

Hablar con tu sombra
podría salvarte, 
confesarle todo,
desmoronarte.
Pero no,
te cosieron la boca
en un juego infantil
donde todos tenían piojos
te los comías
y luego se tiraban las verduras.


Un día murieron los piojos,
llorabas,
tenías hambre
devoraste tres bebés
y te enganchaste.
Estabas gordo,
mucho
no cabías en casa
y te fuiste.

Errabas por la noche,
de cama en cama,
rompiéndolas con tu peso,
por el día buscando cunas.
Todo terminó
cuando el espejó rompió.
Te cosieron la boca
en un juego infantil
donde todos tenían piojos
te los comías
y luego se tiraban las verduras.

Los hilos atan tu silencio,
la empatía que te falta
o sobra, 
Tu sombra,
tiene el remedio
y no lo quieres,
y no lo quieres.
Hablar con tu sombra
podría salvarte, 
confesarle todo,
desmoronarte.

sábado, 9 de abril de 2016

Manifiesto del pie desnudo,
que resbala
sobre el suelo,
quemado
por el sol.

He visto calzados caros
en noches sin viento,
donde todos danzan
a son de lo estático
y los rostros son de cemento.
También he visto uñas rotas,
afiladas como las de un águila
que he fotografiado
y recordado.

Los zapatos,
régimen de sumisión
enemigo de la suciedad,
que impide:
rasgar por el amor,
contemplar tus óbitos,
evolucionar.

Sé lo que quiero,
por eso no puedo prometer más que mis pies
descalzos
y manchados de palabras:
insignificantes,
destructoras
que piden no ser escuchadas
y que no las dejéis marchar.

lunes, 4 de abril de 2016

Pedalea, pedalea,
solo unos kilométros más
maquíllate
con serrín.
Escapa
de esa gran piedra,
de ellos,
de ti.

Te decías:
no hay suficiente oxígeno,
quiero más hemoglobina.
Llévate contigo ese secreto,
no lo entenderían.

Rugías,
cabeza de pelotón
y mentías al reloj.
Seguías,
inspiración de ciegos
orgullo de nada.
Tú,
entre tus dualidades:
ya no estás.

Ahora solo se escucha:
te pusistes guapo para morir