Vine,
por 5 minutos
¿Qué?
tic-tac.
Necesito 180 segundos,
para mostrar las garras,
marcharme;
y con los 120 sobrantes
contemplar mis huesos:
el exilio de plástico y acero.
Me encantaría,
lo juro,
pero malgasté ese
poco tiempo
en lo inexistente.
Es cíclico:
mis dedos vuelven a
dividirse en 300;
se descoordinan y:
“zas, manotazo”.
Imagínate de pequeño,
la loba no tenía 5
lobitos
y vivía en una manada,
bajo aullidos solitarios
siempre en su cifra exacta.
Ojalá no fuese un número,
pero lo soy
y solo tengo 300
segundos,
(luego reiniciaré)