sábado, 19 de septiembre de 2015

Corazón verde, cruz roja, cruz roja, cruz roja, corazón verde. 

Pregúntame con ese cuestionario para sacar vísceras que no te pertenecen. No está bien decir en la segunda frase que Polonia es un país que sobra, que me declaro fan de las galletas con cicuta. No obstante todos los que estamos aquí pertenecemos a ciudades desoladas y pretendemos ser violentados una y otra vez. No tengo tiempo para responder a todos, de ser selectivo, de pensar. Desistí en dar una coherencia firme con nexos a los habitantes de este sitio, de encontrarme. Joder, si cuando trato de descifrar cuales de mis múltiples yo es el verdadero termino teniendo un ataque de epilepsia y soltando semen hasta por la boca. Jamás podré frenar. No quiero seguir deslizando. Me aburro. Vuelvo a deslizar. ¿Pasará? ¿Seré yo? 

Corazón verde, cruz roja, cruz roja, cruz roja, corazón verde. 

La herida se transforma en un dedo mutante que conecta directamente con el cerebelo y descoordina mis acciones motoras. No puedo parar. Yo no soy el que decido, nadie decide. Podría estar hablando un rato con Faulkner, pero decidí castigarlo hasta que en otra vida me reencarne en un ser impoluto. La cadena de traiciones tiene que seguir. Soy eso o  aquello. Te veo, tú no. Volveré al punto de inicio, como siempre. Nadie llorará, pues de lo contrario sería una conversación de sordos. Sé que es lo que quieres. Las cifras tienen que aumentar para que pueda ser más guapo, lo sabes. 

Corazón verde, cruz roja, cruz roja, cruz roja, corazón verde. 

Realmente no puedo amar. Ojalá pudiera. La soledad es demasiado confusa, un simple número para contar en las múltiples masturbaciones. Cuando salga todo a la luz me volverás a encontrar en el bosque de acacias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario