lunes, 8 de febrero de 2010

El helecho senescente


Con mi vanidad al fin redimida, perdí mis ramas y con ellas mis esbeltas hojas. Envejecí, y poco a poco me hundí en mi vida interna.

Añoré el fino contacto de mis hojas con el aire y la luz. Ambos eran la única línea de mi libro, y la esencia de mi supervivencia. Y es que al perder mis apéndices,perdí la fotosíntesis,y con ella todo.

!Hay donde se fue mi estabilidad!

Poco a poco me disolvía en un gran mar, me consumía y todo por que no hice caso de las sabias palabras de Baudelaire y no fui sublime sin interrupción.

En mi melancolía cavilaba ser como el hongo que me rodea, para ligar mis funciones vitales a otro ser. Vivir en armonía con mi hospedador y si hiciera falta defenderle. Pero todo esto solo era parte de mi imaginación.

Ante la falta de expectativas también pensé a veces en que se siente siendo como el mono que cuelga de mis ramas. Aquel salvaje animal que toma la comida de los árboles y que necesita de su tribu para subsistir. Pero siempre me echaron para atrás sus olores.

Aunque lo que más eché en falta son mis soros, mis antiguas estructuras esporales situadas en mi hojas. Ellos liberaban mis esporas en primavera, pero nunca llegaron a germinar. Y por ello nunca fui un ser completo
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Ahora me llaman a las puertas ,solo espero que cuando veáis a un helecho derrumbado no piséis sus descompuestas ramas, pues ellas fueron parte de su plenitud.
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Ser sublimes sin interrupción (Baudelaire).......Aunque no sé si podréis

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