sábado, 9 de abril de 2016

Manifiesto del pie desnudo,
que resbala
sobre el suelo,
quemado
por el sol.

He visto calzados caros
en noches sin viento,
donde todos danzan
a son de lo estático
y los rostros son de cemento.
También he visto uñas rotas,
afiladas como las de un águila
que he fotografiado
y recordado.

Los zapatos,
régimen de sumisión
enemigo de la suciedad,
que impide:
rasgar por el amor,
contemplar tus óbitos,
evolucionar.

Sé lo que quiero,
por eso no puedo prometer más que mis pies
descalzos
y manchados de palabras:
insignificantes,
destructoras
que piden no ser escuchadas
y que no las dejéis marchar.

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