sábado, 4 de junio de 2016

Sentado en el suelo,
leyendo la divina palabra
empiezo a mutar.
Te odio,
porque me odio
y me haces cerrar los ojos.
En mi salón,
con mi tercer brazo,
te escribo
(me escribo).
Hablo de Hiroshima
bombas nucleares,
besos de cianuro,
pero solo hay hojas secas.
No te entiendo,
llevo años rezándote
y deformándome,
queriéndote en muchos
y en nadie.

Te odio,
en tu último aspecto
y el siguiente,
¿Por qué te muestras en tantas personas?
Cuando me hago con tu cara,
te burlas,
cambias de forma,
desapareces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario