domingo, 3 de julio de 2011

Julio,
sol,
observo el mar
con ojos eléctricos
rebosantes de sal barata.

Hace frío,
no es momento ni de bañarse
ni de hablar.
Un calambre me recorre.

Los bañistas están en ingravidez
en esta playa no nudista.
Demasiado vestido,
demasiado superfluo.

Me levanto de la toalla
para cazar cangrejos,
es una pena no hay sol.

Andando por la orilla
veo un pez anémico,
arrastrado a la tierra
que no puedo salvar
porque no me quiero mojar.
Nada demasiado lento
pronto llegará
y se axfisiará.

Estoy en un ecosistema "banal",
dejo de observarlo,
no por intelectualísmo,
sino por obsesión.

Vuelvo a tumbarme,
procuro no pensar en el tiempo.
Intento llegar a un estádo catártico,
pero no me llena.

De repente estoy rodeado de medusas
y dentro del agua.
Quiero salir,
pero estoy manco
y no puedo nadar,
he de conformarme con esta compañía.

El mar se convierte en mi cosmo
me transformo en él
desaparezco.

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